Con ellas a mi lado, el mes de julio iba evaporándose en cuestión de microsegundos. Nuestras tardes ligeras,ligerísimas de ropa en algún sitio inhabitado confesando nuestras tentaciones más prohibidas mientras nos llevábamos a los labios otro cigarrillo más. Bueno,si me estoy matando por dentro, al menos tengo un bonito recuerdo de la vida...Pero por una vez no pasará nada.
Fotografiando momentos de risas y sonrisas con la piel bañada por el sol y naranjas verdes a modo de nariz de payaso. Jazminitos en la boca y paseos sin rumbo fijo. Que me mate un camión si vuelvo a salir mal. Chupitos chinos,menú por 6'30 y más risas y sonrisas (esta vez de complicidad). Partidas a las cartas en las que la palabra competición no existía en nuestro diccionario de verano.
Mañanas,tardes y noches de locura extrema en las que perdíamos la cordura y dejábamos que nuestro cuerpo, compuesto por diferentes tipos de vodka y mezcla,actuara por nosotras dejando a un lado la vergüenza y el pensamiento mutuo de volver a la rutina. Cenas de despedida y un álbum de fotos lleno de recuerdos, de bichis, cerillas y alguna notita extraviada.
Pero lo mejor sin duda, es que sigo teniéndolas aquí, a mi vera.
Y para siempre.
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